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jueves, 17 de julio de 2014

Los enemigos del río Ozama

Por su profundidad el río Ozama ocupa el cuarto lugar en importancia en la República Dominicana. Esta cuenca hidrográfica constituye una fuente de agua potable, una vía de transporte y un medio de diversión y de embellecimiento del panorama. A un lado de su desembocadura se visualiza la Zona Colonial, un destino visitado por decenas de miles de turistas al año.

Pero, en sus últimos 15 kilómetros el río de mayor extensión de la ciudad de Santo Domingo hospeda metales, plásticos, químicos, embarcaciones de motor y animales muertos. Y es, asimismo, el hábitat de especies como el pez Gato y las Lilas, que evidencian su polución.
El pez Gato actúa como depredador de otras especies acuáticas y contribuye con su extinción. Las Lilas, según el consultor ambiental Ezequiel Echevarría, son plantas invasoras que cubren la superficie del río y –a pesar de que le sirven para respirar- limitan el intercambio de oxígeno entre el arroyo y el medio.
Los desechos llegan a la cuenca por parte de las industrias y también de los y las habitantes que desde 1961 se han asentado en sus márgenes con el fin de alejarse de las condiciones de pobreza en que se vive en las zonas rurales del país. Esa ciudadanía ha sido víctima y a la vez culpable de la contaminación del arroyo. Aprovechan las aguas del río para su aseo personal, pues a sus casas no llega el agua potable, y en él arrojan sus residuos porque la estrechez de las calles no permite el paso de un camión de recogida de basura.
Resistencia de la población
Sin embargo, incluso después de que sus casas han sido inundadas en temporadas ciclónicas, los residentes se rehúsan a ser desalojados de las orillas del río porque en ellas se sostienen con el cultivo de víveres y la cría de gallinas, chivos y cerdos. “Yo tengo 86 años y no me dan trabajo por parte. Lo’ animalito’ son pa’ uno defende’se”, expresó Santo Marte Canela, residente en la parte baja de La Zurza, un sector adyacente al río.

Además de facilitar la actividad agropecuaria, el río Ozama tiene otras atracciones. A su alrededor se originan manantiales (pequeños pozos de agua cristalina) de los que las y los moradores de los barrios aledaños disfrutan gratuitamente. “Somo’ pobre’, pero nos sentimo’ bien en lo de nosotro”, vociferó Domingo Franco Pilar (quien estaba alrededor del pozo Buen Pan) tras ver que el pasado lunes siete de abril estudiantes de Periodismo indagaban sobre las condiciones de la zona.
De acuerdo al censo realizado en 2002 por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) al borde del Ozama había 36,381 hogares; pero ese número ha ascendido. “Cada vez que volvemos al río están construyendo una vivienda nueva”, dijo Gloria Zacarías, encargada de Relaciones Públicas de Sansoucí Holdings, durante un recorrido por el Ozama con estudiantes de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Otros asentamientos que dañan ese recurso hídrico son las industrias que vierten sustancias tóxicas a través de las cañadas que dan a las aguas del río Isabela, un afluente del río Ozama. “Hace un tiempo aquí –en la cañada La Zurza- hubo una explosión debido a los químicos provenientes de las empresas, y muchos niños murieron”, afirmó Alfredo Candelario, miembro de la Fundación de Saneamiento Ambiental de la Zurza (Fundsazurza) y residente en ese barrio capitalino. Tras preguntársele si habitantes se habían quejado de esa situación ante las autoridades Candelario asintió, y agregó: “¿quién puede con ese grupo? cuando esas empresas se unen, mueven a los medios -de comunicación- y no importa la opinión de las comunidades”.
 
 El artículo 40 de la Ley no. 64-00 de la Constitución Dominicana establece que todo proyecto que pueda afectar el medio ambiente y los recursos naturales debe ser evaluado y obtener, previo a la ejecución de sus funciones, una licencia ambiental. Es responsabilidad del Estado dominicano garantizar el cumplimiento de las leyes para la preservación de las cuencas hidrográficas del país. “Las leyes están ahí, pero no se cumplen”, declaró Zacarías.
 
La contaminación del río Ozama es un fenómeno causado por los bajos niveles de educación y de oportunidades de la ciudadanía, por la acomodación de las empresas industriales y por la indiferencia de las autoridades gubernamentales. Cada una de esas partes ha intentado sanear el río, pero no lo han logrado buscando soluciones individuales a un problema colectivo.

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